Los grandes maestros de la arquitectura han comprendido en ésta un arte mayor. Han pretendido, a través de ella emocionar, elevar el espíritu de quien la habita. El arquitecto mexicano Luis Barragán hace parte de ese selecto grupo que en la primera mitad siglo XX emprendió esa búsqueda.
Su obra arquitectónica se ha asociado, a través de diversos análisis, a la utilización de los recursos de la arquitectura popular mexicana, como el color y el tratamiento de las superficies. En general se le endilga proponer una arquitectura austera y severa inspirada en la tradición. También el tratamiento de la luz ha sido un motivo de análisis recurrente. En menor medida los jardines también han sido causa de estudio en su obra. Elementos que conjugados hacen una evocación al silencio, al misterio, a la soledad.
Esta investigación se ha servido de esas características y ahondado en ellas, para luego asociarlas a un propósito superior pretendido por Barragán: la arquitectura como arte que emociona, que eleva el espíritu, que le otorga al ser humano momentos de trascendencia. Se intuye acá que la búsqueda y proceso a lo largo de su vida, pretenden elevar la arquitectura a una condición superior de arte. Sublimarla.