I. LA CIUDAD QUE SE PIERDE - Aquello que somos - Y Sabina dejó de cantar en los bares - Madrid como excusa para seguir escribiendo
1. LOS DOMINGOS QUE FUIMOS
Las terrazas se ocupan a medias. Solo los fumadores aguantan el frío de la sierra. Viene para quedarse. Le pasa a noviembre. El ruido y la furia se paran hoy domingo, porque hasta en eso guardamos tradiciones. Incluso quienes las detestan. Y me vienen a la cabeza aquellos domingos largos, los que eran cuando nada dolía. A veces calculábamos el tiempo que duraba la misa de once, sentados los dos en la cafetería esa que no te gustaba nada de Miguel Ángel.
Tú leías la prensa despacio. Yo trataba de ver la página que habías recortado para leerte. A menos veinte pedías la cuenta. A veces pasábamos después por Mónico y nos llevábamos medio mostrador. Tenemos la misma gula. No he vuelto a probar una croqueta como esa. A ti te pirraban los huevos encapotados. Quizá, por eso, ninguno de estos domingos es como los de entonces. Aunque no han cambiado tanto porque hoy Madrid tiene la misma luz blanca que hiela un poco. Aunque todo sea distinto. Recuerdo que esos domingos no tenían reuniones ni manera de alejarnos. Eran nuestros. Como también lo era el tiempo.
Madrid no tiene playa, y eso es una realidad que hay que celebrar. _Alfonso J. Ussía